Comunicado de CRA.
Las economías regionales también sufren la crisis macroeconómica, y no siempre reciben particular atención por parte de la política económica. Quizás, por su gran diversidad, su amplio alcance territorial en cada una de las provincias, por encontrarse lejos de los grandes centros de consumo, entre otros factores. Su aporte al país es decisivo, siendo claves para el desarrollo regional, en las provincias, para generar empleo, y, además, divisas de exportación.
En el primer semestre de 2022, más allá del aporte de los complejos cerealeros y oleaginosos, las economías regionales aportaron el 14.7% del total de las exportaciones de bienes, con USD 6.508 M, siendo muy relevantes, considerando que el total de exportaciones agropecuarias y agroindustriales representó el 66% de las exportaciones totales.
Más allá del peso del complejo cárnico, estas producciones regionales siguen enfrentando serios problemas comunes, derivados de la política económica.
En lo que respecta al mercado interno, ante todo sufren la falta de dinamismo de la demanda por el proceso de estanflación vigente desde 2012 hasta hoy. Se suma la caída del consumo de las familias, por una baja del salario real del orden de 18% para los trabajadores formales y del 33% para los informales, desde 2017 a hoy. Todo con una pobreza mayor al 40 % de la población. Así, el tamaño del mercado interno sigue en retroceso hace años, con ventas estables o en caída.
La presión tributaria es alta y creciente (todos los años se crean nuevos impuestos o tasas) por parte de los tres niveles de gobierno, Nación, provincias y municipios.
La falta de mano de obra para tareas permanentes o temporarias, cosecha, raleo, poda, etc, es un problema cada vez más serio, ante la “competencia” de los planes sociales de los tres niveles de gobierno, Nación, provincias y municipios, que son un paliativo, muchas veces necesario, pero que en largo plazo no sirven, y además atentan contra la dignidad de las personas, al no generar condiciones para su propia realización en el empleo en el sector productivo privado.
El problema del gasoil este año ha sido una novedad muy negativa. La falta de estrategia de desarrollo de los biocombustibles, de alto impacto regional, es otro de los problemas de la política energética.
La falta de difusión de algunas economías regionales para promover un mayor consumo interno, por ejemplo, ajo o porotos, que son de alto poder alimenticio, es otro déficit.
Estas economías regionales son también grandes exportadoras. En algunos casos, el peso de las exportaciones es decisivo, por ser su principal destino, por caso lanas, limones, te, entre otros. La suma de problemas es mayor. La incertidumbre ante los cambios en la política comercial del gobierno nacional es permanente. El mayor costo es la brecha cambiaria de 115%. Los ingresos de exportación son al tipo de cambio oficial, muy relegado frente a la suba de costos de producción, incrementados al ritmo del IPC. El costo salarial, intensivo para muchas economías regionales, sigue al IPC, vs ingresos dolarizados al tipo de cambio oficial. Los tipos de cambio diferenciales y los distintos derechos de exportación de distinta alícuota completan el panorama de restricciones a la producción. Una opción para mejorar los ingresos de los productores sería instrumentar un aumento de los reintegros a la exportación, que tenga impacto en el precio percibido por los productores.
Como son producciones exportadoras, la inserción internacional es clave. El estancamiento de las negociaciones comerciales del Mercosur, como el TLC con la Unión Europea, que podría abrir nuevos mercados de exportación para los agroalimentos argentinos que se producen en todas las provincias, es un ejemplo. Así no habrá nuevas inversiones, y no se podrá generar empleo regional incremental.
Por citar algunos ejemplos, en Tucumán, la actividad citrícola registra una baja en los precios de productos industriales como en la fruta fresca, debido a un problema en la demora de la demanda, parte por pandemia, parte por la invasión de Rusia a Ucrania. La actividad azucarera se ve atravesada principalmente por un factor que es la falta de previsibilidad, marcado principalmente por dos cuestiones políticas: corte de biocombustible y cuota de exportación.
En la Patagonia, la actividad ovina se enfrenta a exportación de lanas que se cobran al atrasado tipo de cambio oficial, pero se enfrenta a costos de producción indexados a la inflación, por caso los salarios, que, además, tienen una carga incremental por zona desfavorable. Por su parte, el Alto Valle de Río Negro y Neuquén pasó en los últimos años del monocultivo a un mosaico de actividades agropecuarias, siendo el sector frutícola, el único que perdió representatividad y status internacional, respecto a su participación en el comercio mundial, por diferentes problemas y falta de políticas de desarrollo.
Economías regionales, una suma de problemas que no se soluciona con medidas parciales sino con un cambio de enfoque que normalice los precios, el tipo de cambio y genere incentivos para invertir y desarrollar el interior del país.
Muy completo el repaso a todo el desmadre actual de nuestras fuentes de ingresos por cuenta de la opresión que padecemos las economias regionales. No hay que aflojar y denunciar hasta el cansancio por ahora y luego “votaaar”…saludos